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Ignacio Castellanos

Cristal oscuro: La era de la resistencia


Sus escenarios, su música, sus doblajes, todo ello nos envuelve y transporta a un mundo lejano, diferente al tuyo.

Foto: De Heather Kennedy - "Puppetry Arts Center, Atlanta 7" at Flickr, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=24756564

En otro mundo, en otro tiempo, en la era de la maravilla... unos seres llamados urskeks vivían tranquilos en el planeta Thra hasta que se fragmentó su más preciado tesoro: el Cristal de la Verdad (fuente central de armonía, paz y sabiduría). A partir de entonces, todo cambió. Los urskeks se dividieron en dos razas: los místicos (sabios apacibles que vivían en continua meditación apartados de la sociedad) y los skeksis (malvados que gobernaban en el castillo del cristal y extraían la esencia vital de los podlings que esclavizaban). Los dos pueblos guardaban una interconexión existencial: cuando un místico fallecía o sufría alguna enfermedad o herida, a su skeksi correspondiente le deparaba el mismo destino inmediato, y viceversa…

Este era el comienzo de la película -Cristal Oscuro- en 1982. Un mundo nuevo, con normas nuevas, y criaturas completamente diferentes a las que nos tenían acostumbrados los cuentos de siempre. Aunque de una manera sutil, y fugaz, nos resultaban extrañamente humanas y cercanas a nosotros. Algo que le confiere aún más valor, y a mi modo de ver se merece por meritos propios el apelativo de -Cuento de Hadas- con mayúsculas.

Y es que el planeta Thra ha vuelto a golpear de manera certera en nuestros corazones en agosto. Aunque reconozco que yo me la vi del tirón en septiembre. Una serie precuela, que no, remake, que en más de una ocasión estuvo a punto de quedarse en el limbo debido a la típica miopía de los ejecutivos, muchos de los cuales, -la mayoría-, ni había oído hablar del mundo pergeñado por la mente y habilidad de Jim Henson y los mágicos pinceles del ilustrador Brian Froud.

Foto: De [2] - [1], CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=43761360

Creo que merece la pena recordar la trama del comienzo de la historia presentada en 1982:

“La trama comienza cuando ya han transcurrido mil años después de la rotura del cristal y solo quedan diez miembros de cada raza dominante. Según una profecía, cuando se produjera una conjunción de los tres soles, un joven perteneciente al clan de los gelflings restauraría el cristal oscuro y, así, acabaría con el mal para siempre. Con la intención de que esta profecía no llegara a cumplirse, los perversos skeksis se encargaron de exterminar a todo el clan gelfling. Sin embargo, los místicos pudieron rescatar y criar al último superviviente gelfling, llamado Jen, al que enseñaron toda su sabiduría y le encomendaron la heroica tarea de reparar el cristal oscuro para devolverle su resplandor. En su misión, además de contar con la ayuda de la bruja Aughra, Jen conocerá a Kira (una gelfling que logró sobrevivir gracias a los podlings) y, junto a su fiel mascota Fizzgig, vivirán una fantástica aventura.”

Este argumento, extraído de la propia imaginación de Jim Henson, consigue envolver al espectador en un cuento de fantasía repleto de magia y acción. En cierto modo, tiene reminiscencias de otras historias semejantes, como la de El señor de los anillos, al menos en el empeño del autor por cubrir todo cuanto presenta con un velo mítico sin resultar tosco y demasiado evidente.

Hasta la fecha existen diez episodios de la precuela La Era de la Resistencia. La serie (auspiciada por Netflix salvadora de muchos títulos como The Last Kingdom) explora el mundo de Thra creado para la película original. La historia sigue a tres gelflings (Rian, Brea y Deet) que inspiran una rebelión contra los skeksis cuando descubren un horrible secreto detrás de su poder que amenaza su mundo de Thra.

Estuve cotilleando un ratejo las críticas que obtuvo la serie, por norma, no suelo hacer esto, en esencia, porque me dan igual las criticas y en general los críticos, me limito a disfrutar de lo que me gusta sin más, sin envenenar neuronas del salseo que muchos llaman hoy crítica que no deja de ser una extensión más de la supurante toxicidad de muchos rincones de Internet. En este caso en concreto, las críticas parecen favorables en su inmensa mayoría, y ya está, no diré más sobre este punto.

La serie la disfruté como un enano de Moria, las cosas como son. Me sentí como un niño ante un espectáculo personal de magia y maravilla. Unas veces en pareja y otras en familia con voz en “off” de abuela.

No solo es el universo pergeñado por el autor/autores, pues la precuela se basa en las vastas anotaciones que quedaron sobre el mundo de Thra y su cosmogonía, (la cual debe ser rica y detallada si han logrado crear esa atmósfera tan fiel y palpable), son sus escenarios, su música, sus doblajes, todo ello nos envuelve y transporta a un mundo lejano, diferente al tuyo, aunque como dije más arriba, curiosamente, más cercano de lo que podríamos imaginar.

Pd: no mencioné nada de los muñequitos. Solo como curiosidad, por lo que he hablado con diferentes personas, a las que les tiraba para atrás la serie era precisamente por el tema marionetas (no es mi caso). Pero también existen otras que, salvada esa barrera acaban por completo absorbidas. Por algo será ¿verdad?


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