'Evidentemente tener una camiseta de Yoda no te convierte en friki, pero la cosa cambia si más de la mitad de tu fondo de armario lo constituyen prendas de vestir tematizadas con personajes de ficción en mallas como Spiderman, Supermán o Batman'
Friki, friqui, freake, freaky freakie, freak , o simplemente tío o tía raritos. El término friki, es una adaptación al español de la palabra anglosajona freaky, un adjetivo utilizado en el lenguaje popular para describir a algo o alguien extraño anormal o excéntrico. Por lo tanto se conocían por freaks a los individuos que formaban parte de los espectáculos de fenómenos (o freak shows) en ferias ambulantes o los circos especialmente en los siglos XIX y XX. Enanos, gigantes, gemelos siameses, mujeres barbudas, forzudos, tragasables y toda una pléyade de personajes extravagantes o que poseían alguna especial rareza eran catalogados bajo este epígrafe.
Pero lejos de estos antiguos estereotipos la acepción actual de friki (o geek, aunque algunos utilizan esta última palabra con ciertos matices diferenciales) se refiere a los fanáticos de los cómics, los videojuegos, el anime, las series de televisión y las películas, así como la literatura especialmente cuando su temática es la ciencia ficción, la fantasía o el terror. Y aunque a veces el concepto de friki pueda denotar a un individuo infantil e inmaduro esta acepción se contrapone con el elevado nivel de conocimientos que dichas personas pueden tener sobre ciertos temas relacionados con sus intereses y la rigurosidad con la que investigan y tratan estos campos temáticos.
¿Pero cuando pasa una de ser un simple seguidor por ejemplo de la saga Star Wars a ser considerado todo un friki? Evidentemente tener una camiseta de Yoda no te convierte en friki, pero la cosa cambia si más de la mitad de tu fondo de armario lo constituyen prendas de vestir tematizadas con personajes de ficción en mallas como Spiderman, Supermán o Batman. Porque esa es otra. La imagen del friki por excelencia es la de un hombre, soltero, generalmente rollizo y con abundante sudoración, de unos 30 y pico años, sin apenas vida social, gafas de pasta y que se pasa más de doce horas delante de una consola u ordenador encerrado en su habitación y que aún vive con sus padres. Pero nada más lejos de la realidad.
El frikismo ha pasado en menos de una década de ser una subcultura urbana profesada por unos cuantos chalados a ser un fenómeno de masas en toda regla que abarca de forma trasversal a toda la sociedad. Germán Martínez, conocido en el mundo geek como Señor Buebo e instaurador del Día del Orgullo Friki en España afirmaba que: "Al principio teníamos que explicar lo que era ser un friki, por qué leíamos cómics si no éramos adolescentes y por qué íbamos a eventos disfrazados. 13 años después, este día se celebra a nivel mundial, la palabra friki aparece en el diccionario de la RAE y la gente está orgullosa de serlo. Ya no somos los raritos. Ahora dominamos el mundo". De hecho lo que fue en sus inicios una pequeña reunión de aficionados en el centro de Madrid ha acabado siendo un evento multitudinario, celebrado en muchas ciudades de España.
Porque hay frikis abogados, obreros de la construcción, maestros, o agentes de la ley, y de ambos sexos por supuesto, que compran, coleccionan y exhiben elementos frikis de forma orgullosa en su día a día. De hecho todo este mundo mueve actualmente enormes cantidades de dinero. Un estudio realizado por el portal Milanuncios y que lleva por nombre 'Los frikis y el fenómeno fan en España' concluye que los frikis españoles de pro se gastan una media de casi 300 euros anuales en coleccionar objetos relacionados con sus aficiones y que, atención un 69% de los españoles se consideran frikis en algún grado.
Lo friki ya no es ‘raro’ sino que forma parte de nuestra sociedad como un fenómeno sociocultural y económico con enorme visibilidad. Series como Juego de Tronos, Big Bang Theory , videojuegos tales como Call of Duty o películas como Star wars o todas las de la factoría Marvel forman parte de los gustos del segmento más mainstream de nuestra colectividad, alejándose de su original concepto de subcultura e incluso contracultura que tuvo en sus orígenes.
Pero todo no está perdido. Existe un puñado de frikis que son frikis hasta para los frikis. Individuos que tienen sus casas abarrotadas de figuritas de acción, vestiduras cosplay colgadas de sus perchas e hijos o mascotas cuyos nombres están tomados directamente de protagonistas de películas o series de culto y que a las bodas familiares acuden vestidos sin pudor con una camiseta de Mr. Spock. Así que en nuestra redacción a esos superfrikis les empezamos a llamar por parónima como ‘Cuperfrikis’, haciendo honor al apellido del friki de ficción más famoso de todos los tiempos ‘Sheldon Cooper’. Y no algo peyorativo, sino como todo lo contrario. Cuperfriki es para nosotros uno de los halagos más cumplidos que le podemos hacer a alguien, y a una categoría a la que nos esforzamos por pertenecer.
¿Y tú que te consideras más normal, friki, superfríki o Cuperfriki?