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Iván Ávila Nieto

La casita de humanos.


Usubrrr tenía una preciosa casita de humanos. Los contemplaba embelesado cada mañana al despertar, mientras desayunaba o antes de ir al colegio; seguía cada pequeño paso que daban con una sonrisa de complacencia en su cara y se despedía igualmente de ellos con inusitada efusividad, deseando volver cuanto antes de la escuela para poder observarlos de nuevo, tan afanosos en sus quehaceres cotidianos. Por eso, Usubrrr nunca se entretenía a charlar con alguien a la salida de clase o se quedaba jugando con sus compañeros en el parque; se dirigía a casa raudo y veloz para disfrutar de nuevo de la compañía de sus mascotas. Cuando llegaba a casa, merendaba y hacía los deberes enseguida para poder estar cuanto antes con sus humanos. Sí, la verdad es que Usubrrr no era un niño muy sociable que digamos, pero los taragomianos, en general, sí lo eran, ya que en el planeta Táragom eran habituales los mítines, así como las competiciones de habilidades físicas e intelectuales; les encantaban también los conciertos al aire libre, los deportes de equipo y, por supuesto, las carreras de naves. A pesar de no ser un taragomiano al uso, Usubrrr era el niño mimado de sus progenitores, que le concedían todos los caprichos que se le antojasen; sólo tenía que abrir la boca para obtener todo aquello que desease y entre aquellas cosas se encontraban, cómo no, sus fascinantes mascotas humanas. Los humanos no eran mascotas asequibles para cualquier taragomiano; tenerlos denotaba un estatus social privilegiado, casi exclusivo de la alta jerarquía taragomiana, a la cual pertenecía el joven y afortunado Usubrrr. Lo que Usubrrr no sabía era que algunos padres menos acaudalados que los suyos empeñaban sus pertenencias más valiosas para tener unos humanos como mascotas, aunque fueran de Sirio y no de la Tierra - los más codiciados - tan sólo por aparentar un nivel económico que no tenían o con la esperanza de medrar socialmente con su posesión, pues tal era el prestigio que su tenencia concedía. De hecho, en Táragom existía una ley de mascotas al respecto, era la Ley de Control de Mascotas Alienígenas, con el fin de evitar su tráfico ilegal, el fraude y el lucro ilícito dentro de lo que era un auténtico negocio. Esta normativa también trataba de impedir la aparición de posibles plagas y enfermedades no deseables. Era una realidad que existían prácticas fraudulentas por parte de cazadores sin escrúpulos que no siendo rentable el desplazamiento hasta la Tierra para capturar humanos primigenios, desembarcaban con sus naves en mundos más cercanos a Táragom, también habitados por humanos, capturándolos allí y vendiéndolos posteriormente en Táragom como si fueran auténticos terrícolas, a un precio desorbitado y con elevadas ganancias. Pero Usubrrr era un niño y no comprendía nada de esto; él tan sólo vivía por y para sus mascotas y al finalizar el día se iba a dormir henchido de felicidad con la única ilusión de volver de nuevo a contemplar su preciosa casita de humanos.

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