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Ignacio Castellanos

Xena: la Princesa Guerrera


“En la era de los antiguos dioses,

de los señores de la guerra

y de los reyes;

una tierra convulsionada clamaba por un héroe.

Ella era Xena, una temible princesa forjada en el calor de la batalla.

Poderosa, pasional, peligrosa.

Su valentía cambió el mundo.”

Estas eran las palabras que todos escuchábamos junto con la épica cancioncilla al comenzar un capítulo nuevo de Xena: la Princesa Guerra. Los que han nacido más allá del 2000 dudo que les suene, salvo por lo que han podido conseguir por cuenta propia en Internet. Pero para los que pasaron su infancia en los 90 es una de las heroínas de su niñez junto con Hércules.

Era y sigue siendo fantasía al más puro estilo de las dragonadas, pero con más poso y calado en el inconsciente colectivo. Se ha convertido en una serie de culto, aunque no sé si este calificativo está justificado, ya que por tradición todo lo que lleva la etiqueta “de culto”, en su día fue un fracaso. No fue el caso de Xena. Pues estuvo en pantalla seis temporadas en EE. UU., entre 1995 y 2001, convirtiéndose en la más exitosa de las series del momento y llegando a ser un auténtico fenómeno social en todo el mundo. Además de ser considerada una de las mejores series de la historia por la revista TV Guide y, hoy en día, el fanatismo (o fandom) continúa activo en Internet.

La serie tiene como pilar maestro la mitología griega. De la cual se apropian nombres, entidades místicas y legendarias de todo tipo. Meras herramientas narrativas para los héroes. Y qué bien les salió, saltando de época en época, de brujo en brujo, de amazona en amazona, y de gigante en gigante.

Xena: la princesa guerrera, cuenta las aventuras de la guerrera Xena (Lucy Lawless), que tras varios años como temible señora de la guerra consigue redimirse de su pasado gracias al héroe Hércules (Kevin Sorbo). A partir de ese momento, Xena hará todo lo posible para luchar por el bien y la paz, peleando contra guerreros despiadados, dioses, demonios y hasta con la misma muerte. Para ello cuenta con la compañía de la barda que será su amiga fiel en todos sus viajes, Gabrielle (Renée O'Connor), cuya evolución a lo largo de la serie, desde una campesina inocente hasta una poderosa guerrera, es considerada como otra trama tan importante como la redención de Xena.

Los más imbéciles dirán que es inexacta, típica, bla bla bla. Es fantasía, punto. Y como fantasía bien parida, tiene sus propias leyes.

Xena fue uno de los personajes pioneros a la hora de ofrecernos una heroína sin soportes típicos masculinos para dar validez y resonancia a sus aventuras heroicas. La fuerza del personaje supera con mucho el carisma del también queridísimo por todos Hércules interpretado por Kevin Sorbo, (el cual, por cierto, ahora produce además de actuar, una serie de películas, típica espada y brujería llamada Mythica, la cual recomiendo).

Como se ha podido traslucir en estas breves líneas, es una de las historias a las que más cariño tengo. Veo con gozo, alborozo, y pintas por doquier, que la serie, su historia, y personajes carismáticos, como el rey de los ladrones Autolycus interpretado por el famoso Bruce Campbell, o el genial antihéroe Joxer encarnado por Ted Raimi, así como las diferentes tribus de amazonas de Grecia o el norte de Siberia, los dioses como: Afrodita, diosa del amor (Alexandra Tydings) y sus devaneos con los mortales, y un largo y épico etcétera, permanece viva de manera más activa que nunca en Internet y en la vida real con convenciones y festivales.

Ésta es una frase que alguien dijo una vez, y que resume a la perfección el motivo por el cual no es una sencilla dragonada: la serie es televisión inteligente que aparenta ser telebasura.

Espero que la punzada de nostalgia os toque de cerca con este artículo.

Pd: la música corre a cargo de Joseph LoDuca el mismo que compuso la banda sonora de Spartacus.

Pd nº2: palabras propias de Lucy Lawless respecto a su vestido/armadura “Me presionaba las costillas flotantes, que son tan importantes para respirar, así que me sentía como si tuviera ataques de pánico. Pero después de un tiempo se convirtió en una segunda piel. Era muy práctico una vez que superé la timidez. Admito que sentí un poco de vergüenza las dos primeras semanas porque nunca había llevado algo tan corto.”

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