Paolo Bacigalupi sigue obsesionado con los problemas del mundo contemporáneo, específicamente con el cambio climático y el agotamiento de los recursos. En Cementerio de barcos (2010), novela perteneciente al género de literatura juvenil, transmite estos temas sin una pizca de didactismo.
El libro está ambientado en un mundo post-petróleo que se calentó drásticamente por el efecto invernadero. Las derretidas capas de hielo polares han elevado el nivel del mar, afectando a todos los continentes. En las ciudades anegadas sobreviven enormes conglomerados de indigentes, que intentan sobrevivir con la venta de metales y sus derivados a grandes empresas que controlan el comercio global.
En la Región del Golfo (Luisiana) esta muchedumbre vive día a día luchando por recuperar el metal suficiente de los barcos a cambio de escasas ganancias. Contrasta ese estilo de vida arriesgado con los "swanks", que viven más al norte y desconocen en gran medida la existencia de esta gente menesterosa. Cualquiera de sus chucherías que usan como joyas desechables valen más dinero del que verían las personas del Golfo en un mes.
Nailer Lopez, de aproximadamente doce años, lleva una vida muy difícil. Su trabajo consiste es recolectar el alambre de los petroleros viejos y otros barcos abandonados. La labor es desagradable, pero la lealtad de su equipo es primordial. Como el padre de Nailer, Richard, es un drogadicto casi psicótico propenso a ataques de violencia incontrolable, su cuadrilla es toda la familia que tiene. Todos los que escarban en los barcos desean encontrar el Lucky Strike, un lujoso yate, la única pieza de salvamento fantásticamente rico que los sacaría de su pobreza.
En una de las exploraciones, Nailer y su amigo y compañero de equipo Pima descubren el Lucky Strike. Al explorar los restos del yate, encuentran una sobreviviente: Nita Chaudhury, la hija del propietario de Patel Global Transit. Nita es una swank, y Nailer y Pima tienen todas las razones para abandonarla a su suerte. Así, Nailer se enfrenta a una decisión crucial: reclamar una embarcación naufragada como salvamento y vivir como un rey entre los pobres, o salvar a la niña sobreviviente y quizás encuentra el camino a una vida mejor.
Al ignorar el debate sobre qué debe o no debe permitirse en un libro de literatura juvenil, no se puede negar Bacigalupi escribe bien este material oscuro, usándolo para provocar reflexiones en lugar de conmocionar y perturbar. Hay drogas, esclavos y ladrones de órganos en la periferia de la historia, pero en su esencia, la novela trata sobre un niño que supera sus miedos.
Y si bien hay elementos que son típicos de la literatura juvenil -superación de obstáculos imposibles, elecciones que cambian la vida, aprendizajes sobre el control del destino personal-, los sólidos cimientos de la novela permiten personajes más desarrollados y, a su vez, una narrativa más agradable.
Paolo Bacigalupi tiene una habilidad especial para captar lo mejor y lo peor que la humanidad tiene para ofrecer y esta novela no es una excepción. Los lectores experimentados con su ficción descubrirán otra distopía brillantemente construida, llena de ideas intrigantes.
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