La vista desde aquí arriba es sensacional; se puede ver hasta Diamond City. Al este, se extienden los bosques hasta las Rocallosas: el leñador Doobie es buen amigo mío. Y, desde este árbol, se extiende la pradera hasta los Apalaches. Al sur, pasando aquella colina, comienza el desierto hasta México... ¡Qué curioso! Viajeros vienen desde allá. Hace tiempo que no platico con los fronterizos: cinco a caballo. Seré educado y saludaré como me enseñó a la maestra O'Conahan. Ahí vienen... ¡Qué tal, caballeros, bienvenidos al condado..! ¿Pero qué pasa? ¡Si apenas han volteado a verme! ¡Qué falta de cortesía! Echo de menos una buena conversación, aunque lleve dos semanas ahorcado por cuatrero...