Le dolía un mundo, un universo, mil vidas. No, le dolía una vida. Una como la suya. Y no iba a cesar. Era su agonía del juicio; la de la muela que lleva esa descripción que avasalla, rinde y humilla. La muela del juicio, que ensucia el horizonte infinito de un hombre nacido para no morir. El juicio definitivo para un vampiro como él.