No podía girar la llave. La angustia tomó posesión de sus nervios. La puerta parecía bloqueada, pero eso carecía de sentido. De forma extraña, aun estando fuera, fue consciente de que nada, al otro lado, ejercía resistencia alguna. No podía entrar. Cuando la desesperación ya hacía mella en él, logró despertar. Menos mal, solo había sido una pesadilla. Se levantaría de la cama, y comenzaría un nuevo día. No fue capaz de moverse. No podía salir de la cama. Estaba encerrado.