Dwight Eisner sonrió. El detective yacía con las piernas rotas junto a la casa que había explotado segundos antes. A pesar de su estado, estaba satisfecho después de 4 años de investigación. Arthur Hammett, el esquivo asesino que aterrorizó Townsville como el "Molino de Carne", estaba muerto finalmente. Ahora, todo había sido según el libro: pruebas forenses, ADN, testigos. Su compañero, Steve, estaba herido por los dardos del asesino, pero se recuperaría. A lo lejos, se escuchaban ya las sirenas. El caso estaría completamente cerrado, después del papeleo. Los chicos que Arthur iba a asesinar estaban a salvo; de hecho, venían hacia él. ¿Una mano? alcanzó a decir. Como respuesta, sintió un agudo dolor en el hombro. Después, otro en el abdomen. Siguieron ambas manos, la entrepierna, el cuello... Dwight entendió que los chicos no eran las siguientes víctimas de Arthur, eran sus aprendices...