El aire se evaporó al instante, nuestra distancia se redujo al mínimo posible, el espacio entre los dos tendió a cero.
Los miles de millones de líneas gravitacionales de aquél agujero negro nos quitaron la vida, pero nos hicieron estar lo más cerca que pueden estar dos personas: La fusión de los dos cuerpos también reunió nuestras almas en un solo ente, durante la millonésima fracción de un segundo.